Me gustaría compartir mi experiencia con aquellas personas que tengan trastorno bipolar y que se estén planteando tener un hijo. Es cierto que hay muy poca información sobre el tema, y lo que se lee por internet es, a veces, muy desolador y desesperanzador.

Tengo una hija de 16 meses, sana, alegre, lista, cariñosa…se me quedan cortos los adjetivos calificativos. Soy madre, tengo 35 años con trastorno bipolar diagnosticada desde hace 5, pero puedo decir que tener un trastorno no es lo que me define como madre ni como persona. Estoy criando a mi hija con todo el amor del mundo, y tenerla, es la mejor decisión que haya tomado jamás. Aquí me gustaría contar la preparación previa al embarazo, el embarazo, parto, posparto y lactancia.

Ante todo, lo más importante que hice fue buscar a una buena psiquiatra perinatal. Tenerla marcó un antes y un después en mí en muchos aspectos, no sólo en lo que a la psiquiatría y medicación se refiere, sino también en cómo enfocar mi embarazo, cómo vivirlo, cómo tomar decisiones y adentrarme en mi embarazo sintiéndolo desde lo más profundo de mí. Todavía recuerdo aquella primera consulta, cuánta paz, tranquilidad y seguridad me dio. Por fin, alguien, después de un año, me decía que, con un buen seguimiento, ¡podía quedarme embarazada!

He planificado y estudiado mi embarazo junto a mi psiquiatra, buscando el momento más adecuado en el que estuviera estable. También tenía y sigo teniendo un seguimiento por parte de una psicóloga. Ella también ha sido un punto clave en todo este proceso, tanto para la recuperación de mis recaídas como para afrontar mi embarazo. Me ha dado herramientas que son muy útiles para mí en un abanico muy amplio de mi vida. La unión de ambas tuvo un impacto muy positivo en mí por las cosas que trabajaba con cada una. En un primer momento, intenté, antes del embarazo, la retirada de medicación, ya que sólo había tenido una crisis, para ver cómo reaccionaba, pero tuve una recaída, por tanto, no quedaba otra opción que abordar el embarazo con medicación. En mi caso fue Litio, compatible con el embarazo. Había un riesgo un pelín más alto que otras mujeres de que el bebé tuviera una malformación cardíaca. De todas formas, cuando una mujer se plantea un embarazo hay un abanico de posibilidades tan extenso de cosas que pueden ir mal que si nos paramos a pensar… Estuve durante un tiempo tomando litio, para ver qué tal me iba y cómo yo respondía, ya que anteriormente estaba con otra medicación. Respondí muy bien, teniendo un período largo de estabilidad. Pues bien, llegaba el deseado y ansioso momento de buscar el embarazo. Momento que había estado esperando durante años.

Tengo que decir que, debido a esta condición, considero que me he preparado mucho más para mi embarazo y he sido quizás mucho más responsable que cualquier otra mujer. Dicho esto, una vez empezamos a buscar a nuestra hija, vino rapidísimo. ¡Estaba embarazada! Comenzaba nuestra esperada y ansiada aventura.

Durante mi embarazo tuve un seguimiento bastante estrecho con la psiquiatra y también con la psicóloga. Lo cierto es que tuve un embarazo excelente, bonito, deseadísimo y conté con el apoyo de mi marido que estuvo conmigo en todo momento y me dio muchísimo amor. Me acompañaba a las terapias y hacía lo que estuviera en su mano para que yo estuviera lo más tranquila posible. Otra de las cosas importantes para mí, fue la seguridad que me dio mi psiquiatra, no sólo con lo que respectaba a medicación, sino también en lactancia, crianza y modo de ver mi embarazo y parto. También fue muy importante el seguimiento con la psicóloga en cuanto a ajustar expectativas y a encajar ciertas cosas.

En cuanto al seguimiento del embarazo, tomaba mi medicación y llevé la mayor parte de él en el hospital La Paz, en Madrid. La ginecóloga de allí era un tanto seca y con poco tacto. La primera consulta con ella fue un poco desagradable. Aunque he de decir, que, al ser embarazo de alto riesgo, me hicieron bastantes pruebas. Pruebas que iban saliendo todas bien. La ginecóloga me insistió en que tenía que ir a la psiquiatra de La Paz, porque trabajaban en colaboración, así que, durante un período corto, fui también a ella. El punto de inflexión vino cuando me dijeron que me iban a provocar el parto por el simple hecho de tomar litio, además me iban a suspender la medicación 2 días antes y la guinda del pastel era que me iban a separar de mi hija nada más nacer, por protocolo. Sólo para observarla. Cuando se lo dije a mi psiquiatra, tan sosegada, calmada, respetuosa, paciente…, no salía de su asombro ante tal barbaridad. El momento del parto era para mí lo más delicado, y la separación madre bebé era injustificada. A partir de ahí, hice lo que se llama “turismo de hospitales”, ya que ciertos hospitales hacen determinadas rutinas por protocolo. Yo tenía claro que no pasaría por alguna de ellos sólo por eso, por protocolo. Finalmente decidí ir al hospital 12 de Octubre. Yo sólo quería poder estar con mi hija las primeras horas de vida, que no se suspendiera la medicación por la posibilidad de tener una recaída y que no me provocaran el parto sin una causa justificada. Lo último no se pudo cumplir, ya que mi hija decidió que estaba muy calentita ahí conmigo y que no quería salir, por lo que me lo provocaron en la semana 41. Me metieron un poco de miedo con el tema, ya que me hablaron de muerte fetal si esperaban más tiempo, así que finalmente tuve una inducción.

Hablando del parto, puedo decir que, aunque fue bastante largo y doloroso, cuando nació mi hija y me la pusieron encima de mí, fue lo más maravilloso que he experimentado jamás. Le di de mamar nada más nacer, recuerdo su olorcito, su medio llanto, buscando a mamá, pegadita a mí. Allí corrían océanos y océanos de amor. En aquella habitación que parecía de la posguerra, pero toda ella llena de amor. Todo fue bien, nuestra niña estaba totalmente sana. Venían a observarla bastante. El seguimiento lo hacían piel con piel. Al día siguiente de nacer, perdió peso y en la analítica que le hicieron nada más nacer, tenía el litio en sangre al mismo nivel que yo. Por tanto, la ingresaron. Me retiraron la lactancia durante 1 día, pero me la volvieron a reintroducir al día siguiente.

Durante mi estancia en el hospital he de decir que me sentí acogida en general y que sentí mucho apoyo con una de las neonatólogas. Fué duro el tenerla ingresada, pero me daba fuerza saber que yo la sentía sana, que se había abierto un protocolo por el hecho de que yo estaba tomando medicación y estaba dando pecho. Podía estar con ella todo el día, así que nos pasábamos allí el día y yo bajaba por la noche a darle su toma.

La parte más dura vino cuando nos fuimos del hospital ya que me dieron el alta y la niña se quedó allí durante 2 días más. Mi psiquiatra me escribía casi a diario y me daba mucha fuerza. Otro momento para olvidar fue la visita de la psiquiatra del hospital. Una persona, que, en la situación en que estaba yo, que me tenía que marchar sin mi hija, con la revolución hormonal, me hizo contarle en cuestión de minutos toda mi historia desde los inicios. Después de contarle cómo había planificado mi embarazo, cómo lo había preparado, qué había hecho, etc., ¡me dice que utilice precaución la próxima vez! Increíble, pero cierto. Quizás esos fueron los dos momentos más duros de mi paso por el hospital.

El tema de la lactancia, también ha de ser mencionado. Yo he podido dar de mamar a mi hija. Está comprobado que los niveles de litio que pasan al bebé son imperceptibles. Sí que hay que hacer pruebas específicas de función renal y hepática, al igual que hacerle un seguimiento al bebé y a la mamá tras el parto. En el caso de mi hija, estuvo yendo a revisiones allí y creo recordar que en el 3º análisis, si no mal recuerdo, cuando mi hija tenía 3 meses, los niveles ya no eran perceptibles. Es decir, en cada analítica, los niveles eran más bajos siendo imperceptibles en la última. Sigo disfrutando del placer de poder dar pecho a demanda a mi hija ahora que tiene 16 meses. Aún así, a pesar de querer amamantar a mi hija con todas mis fuerzas, estaba preparada para tener que darle biberón en caso de que fuera necesario. El amor iba a seguir siendo el mismo de una manera u otra. La neonatóloga me decía que era la primera persona en ese hospital, que, tomando litio, amamantaba a su hija. Que normalmente, otras personas que iban con el mismo diagnóstico no amamantaban porque no se lo habían aconsejado.

Después del parto, es importante también un seguimiento estrecho. Y el descanso. Fundamental, el descanso. Siguiendo las recomendaciones,  yo dormía cuando la niña lo hacía. Si eso significaba dormir a las 13:00, eso hacía. A mí me sirvió mucho hacer colecho. Le daba de mamar en la cama y me quedaba dormida con ella. Mi psiquiatra me hacía mucho hincapié en el descanso, así que aprovechaba cualquier momento para ello. Si podéis, buscar también ayuda para que os echen una mano con las tareas de la casa, incluso tirar de familiares para que os traigan comidas, etc. Yo estaba plenamente centrada en la niña y en mi descanso. Mi marido se encargaba del resto. También las visitas las dejé para más adelante, tanto en casa como en el hospital. Y, aunque no fue mi caso, sobre todo, ante cualquier síntoma de recaída, llamar al psiquiatra para atajarlo lo antes posible.

Hoy día puedo decir que no he vuelto a tener una recaída, que estoy estable con mi medicación y mi psicoterapia y que llevo una vida plena, totalmente normal, con mi trabajo, mi marido y mi hija. Tengo mis malos momentos, mis días malos, como cualquier otra persona, pero me atrevo a decir que estoy más estable emocionalmente que nunca. He aprendido mucho más de mí, y gracias a mi trastorno bipolar, tengo herramientas que antes no tenía. Nuestra hija ha llenado nuestras vidas y disfruto de ella cada momento, cada gesto, cada aprendizaje. Es precioso verla crecer tan feliz.

Para concluir, y teniendo en cuenta que esto es mi caso particular y que cada uno tiene una peculiaridad, tener trastorno bipolar, ser madre y amamantar, es posible. Siempre buscando un embarazo planificado y con un buen profesional que guíe y controle el embarazo. A todos ellos les tengo que agradecer siempre su buen hacer, profesionalidad, humildad y cercanía. Muchísimas gracias. Y a mi marido, que ha estado siempre a la altura de las situaciones.

Espero poder haber aportado mi granito de arena y dar esperanza a aquellas personas que quieran buscar un embarazo.

Photo by Jordan Whitt on Unsplash

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